Paula Novoa leyó en Merlo


El sábado 04 de marzo de 2017 se realizó el 2° Café Literario organizado por Autores de Merlo (organización sin fines de lucro) en el Honorable Consejo Deliberante de ese distrito.
El evento estuvo a cargo de Mariano Mateo Ianciancio e Ignacio Ortiz Vila.
Entre los escritores invitados estuvieron presentes Leonardo Sabbatella (El pez rojo, Mardulce, 2014), Paula Novoa (Hija de mala madre, Cave Librum Editorial, 2016) y Horacio Poggi (Territorio de los justos, El Mono Armado, 2007), quienes disertaron sobre las nuevas formas de construcción literaria y leyeron parte de su obra con una excelente recepción por parte del público que colmaba el SUM del HCD de Merlo.




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Dos poemas de "Hija de mala madre", de Paula Novoa


A continuación compartimos dos poemas de una de nuestras novedades de la Colección Precipicios, de poesía, de fines de 2016 y el texto con el que Valeria Pariso presentó Hija de mala madre, de Paula Novoa, en Dante Bar de Castelar.





16

Una niña
busca en mi cuerpo
sus pasos embarrados.
Ligera
camina
por temor a despertarme.



17

Hubo indicios,
estabas desenmascarado
desnudo
sin lentes
tu voz era tu voz
tu tristeza era la misma
tu ángel oscuro ahí sentado.
Y me quedé.
Escuchamos a un señor que cantaba
desde el infierno
desde el mismo averno
con coros de brujas.
No había comida
pero el chino estaba abierto.
Me ofrendaste tu vacío
en un cáliz de plata.
Y lo acepté.
Llovía y hacía frío,
hasta nevó una vez.
La salamandra echaba humo,
nuestros gatos morían.
Y me quedé.
No hubo encrucijada,
ni laberinto.
Sólo tomé el camino
que los cuentos
me habían dicho
que no tome.
Otra plaga enviada por los dioses
por desobedecer al oráculo que en el furgón
vaticinó mi destino.
Y acá llegué.




Hija de mala madre de Paula Novoa
Por Valeria Pariso

Hija de mala madre, el nuevo libro de Paula Novoa, reúne 40 poemas breves y certeros. Desde el inicio, la idea del recuerdo, de la necesidad del recuerdo como una estrategia para salvarnos de la muerte, abre el juego a través de un epígrafe de Proust: “el recuerdo descendía a mí como un socorro”.
En el prólogo, agudo y preciso, Daniel Gigena afirma que la infancia es uno de los ejes de este libro. Coincido. Todo el libro está traspasado por la infancia como etapa a la que se puede y debe volver, como un ejercicio para retomar la pureza de lo que se creía perdido:

Esperar la próxima lluvia
y barcos de papel
a la orilla de mi infancia
me devuelven diáfana y pequeña.
(poema 6)

La búsqueda de la niña sobrevuela todo el libro. Aparece, entonces, la idea de fragilidad,  la cicatriz del asombro. Y el hecho de aprender, a través de sucesivos intentos, a abrigarse con la propia desnudez.
Es que, como dice el poeta chileno Raúl Zurita: "el olvido no es posible, lo importante es de qué forma recordamos".
En Hija de mala madre, el yo poético insiste en la conciencia de la coexistencia de todas las etapas de la vida en una misma vida, no la superación sino la coexistencia, la niña y la mujer en el mismo plano,  emplazadas en igualdad de condiciones y de valor.
La imagen femenina heredándose una y otra vez, en todas las mujeres familiares, aceptándolas para sanar, entrando en todas las muertes, propias y ajenas, que hacen la existencia actual, hasta llegar a la mujer que se quiere ser.
Tal como se advierte en el prólogo,  “después de El año que fui homeless, la escritura de Paula Novoa, vuelve a un punto de partida característico de la poesía: la primera persona”. Así es. Pero la primera persona está utilizada de una manera que nos abarca a todos, todos somos ese yo presente en la voz poética. Hay una dialéctica entre poeta y lector que nos obliga a hacer el trabajo del recuerdo que hace Paula, y pasa de la primera persona del singular a la segunda o a la tercera con tanta sutileza que el lector casi no lo advierte.
Además de la infancia y el recuerdo, aparece la idea del espejo, del otro como parte que se devuelve de uno:

Una mueca de sonrisa
golpea mi ventana.
(poema 3)

Es inevitable preguntarse: la mueca de la sonrisa de quién. De qué sonrisa habla la hija de mala madre. ¿La propia? ¿La ajena?
Con un tono intimista, con toques de humor y cierta crueldad, Novoa logra un libro con matices inesperados.
Es un poemario doloroso donde no existe el nosotros.  La idea del nosotros fue desterrada, quitada, borrada, tachada, hecha fuego. Salvo en dos ocasiones y de manera casi enmascarada,  no utiliza la primera persona del plural. Es la hija de mala madre sola, cruda frente al mundo, frente al otro que duele o se presenta como memoria  del dolor.
Sólo en el poema 17 dice “escuchamos” y en el poema 37, deja pasar un “nos”. Y casi que no lo escribe, es un nosotros involuntario. ¿Puede el lenguaje crear o suprimir una realidad? ¿Si en los 40 poemas se crea una realidad que desconoce la idea del nosotros, ese nosotros deja de existir? ¿Subyace?
Si el olvido no es posible, como dice Zurita, Novoa se propone ordenar el recuerdo.  Así aparece esta hija de mala madre. Así se resiste, la voz poética de la autora trabaja el recuerdo selectivo como una de las formas de la cura.

Valeria Pariso



                  Palabras de Paula Novoa antes de la lectura de Hija de mala madre

Hija de mala madre no soy sólo yo, somos todas. Somos todas las hijas de las hijas de las hijas y de las hijas que, como yo, intentamos construirnos con la herencia a cuestas, no sólo familiar, también social. Cada quien con su dolor, con sus heridas, con sus cicatrices y suturas. Hija de mala madre es mi poesía, que es mi hija. Yo no soy buena madre, porque “no me dieron un manual”, “porque hago lo que puedo”. Llevo en mi cuerpo las huellas de mis antepasados, de mi madre, de mi abuela de mi bisabuela y de mi tátara.

Nací un 8 de marzo, un día de lucha para la mujer. A veces pienso que (salvando la distancia entre esa lucha y la mía) llevo un estigma. Nací en 1976, 16 días antes del golpe militar y considero que ese contexto también me condicionó, como a todos. Nací en San Antonio de Padua, hija de maestra y jardinero/electricista. Soy hija también de una clase, y escribo desde ella.


                                                     Paula Novoa y Valeria Pariso


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